Frentes Políticos / 12 de junio de 2025

1.  Sin aliento. Claudia Sheinbaum culpó a la oposición de tergiversar sus llamados a la protesta pacífica por el impuesto a las remesas, haber provocado el chisme internacional de que incitó disturbios en Los Ángeles y el reclamo de Kristi Noem, secretaria de Seguridad de EU. Pero la mandataria mexicana sólo pidió cartas, no consignas, y menos banderas ondeando en medio de las protestas. Y mientras ella se defiende, la oposición se lanza con todo, pero ya no tienen fuerza ni para un buen escándalo. En la realidad, ni Jorge Romero, líder del PAN; ni Alejandro Moreno, del PRI, levantan los ánimos. ¿Quién los seguiría en una arenga?

2. Desconectada. En pleno incendio diplomático con EU, la presidenta de la Comisión de Relaciones Exteriores, América del Norte, anda más ocupada en saludar colonos que en atender la crisis. Ruth González, senadora verdeecologista por SLP y quien diseña su candidatura al gobierno estatal en 2027, presume en redes que alza la voz en apoyo, aunque lo notorio sea su ausencia en el Senado y la cancelación de una reunión donde se abordarían temas binacionales. ¿La presidenta del PVEM, Karen Castrejón, dio su aval? González tiene sus prioridades. El muro lo levantó ella entre su encargo y su ambición.

3. Suavecito. De los gritos a “mejor dialoguemos”, Gerardo Fernández Noroña descubrió súbitamente las virtudes del silencio… justo después de que Claudia Sheinbaum le sugirió “serenarse”. La Presidenta pidió evitar confrontaciones tras el altercado con el senador Eric Schmitt, quien respondió a las burlas del mexicano proponiendo subir el impuesto a las remesas. Fernández, obediente, se atrincheró en la prudencia. ¿Cambio de tono? Tal vez. ¿Convicción propia? Difícil saberlo. Lo cierto es que el presidente del Senado pasó de bravucón a diplomático en una sola mañanera. Esto sólo revela lo fácilmente moldeable que es el señor legislador... e imprudente.

4. Clon. Alessandra Rojo de la Vega, alcaldesa en Cuauhtémoc, de la CDMX, no tardó ni medio periodo en calcar los modos de su predecesora Sandra Cuevas. Con cero tacto y cero diálogo, decidió arrebatarles a los mercados públicos el control de los ingresos por baños —sí, los baños—, que, aunque parezca menor, son vitales para el mantenimiento de esos espacios. La respuesta fue inmediata: bloqueos en San Cosme, Juárez y Granaditas, y el grito unánime de los locatarios: “¡Parece que llegó otra Sandra!”. La diferencia entre el cambio y la copia suele estar en el fondo… y, aquí, todo parece indicar que sólo cambiaron la etiqueta.

5. Aguantar vara. Bernardo Bátiz, el otrora respetado hombre de leyes, fue abucheado en su propia casa, el Poder Judicial. En pleno homenaje, magistrados jubilados le gritaron “¡hipócrita!” y “¡fuera!”, mientras defendía la reforma que busca transformar o someter a jueces y ministros tras la vía del voto popular. “A ver quién me saca”, replicó con tono bravucón, más político que jurista. Y nadie lo sacó, pero tampoco lo respetaron. Quedó claro, el aplauso se fue con Norma Piña, la ministra presidenta de la SCJN, y el repudio se quedó con él. La ceremonia no honró trayectorias, evidenció fracturas. Si esto no es señal de alerta, ¿qué lo sería?